lunes, 7 de febrero de 2011

Con altura de clásico

La soledad del manager, Manuel Vázquez Montalbán
Después de la muy buena Los mares del sur, recorriendo una librería de usados del barrio de Belgrano me hice un con un viejo ejemplar de La soledad del manager publicado en 1985 en la colección BestSellers Serie Negra de Planeta. Es decir que esta es apenas la segunda novela que leo de la serie de Pepe Carvalho. Esto hace evidente que no soy un experto en la extensa obra de Manuel Vázquez Montalbán (algo casi imperdonable para cualquier lector del género en español), pero tiene un lado bueno: me quedan un montón de novelas por leer de este autor y de este personaje.
Hay un ejecutivo de una multinacional que aparece muerto. Una braguita en un bolsillo hace pensar a muchos en un crimen de índole sexual. Claro que esos muchos no incluyen a la viuda ni a uno de sus amigos, que le encargan a Carvalho el trabajito de encontrar la verdad. Para ello, el detective gallego ex agente de la CIA, deberá recorrer Barcelona de punta punta, adentrándose en el mundo empresarial, hostil casi por definición, y en la política de una democracia incipiente pero que ya empieza a mostrar el lado oscuro. La novela fue publicada por primera vez en 1977, cuando España vivía la transición postfranquista. Por primera vez desde el final de la Guerra Civil se podía hablar, confrontar, revisar el pasado. Era un momento histórico de profundos cambios que abrían para muchos españoles la posibilidad de un futuro mejor.
Pero he aquí que nuestro protagonista no es un español cualquiera: es Pepe Carvalho. Y Pepe Carvalho desconfía, no se la cree. Sabe que no hay nada nuevo bajo el sol, que mucho no se puede hacer. Sabe que la corrupción y la podredumbre del alma humana no entienden de sistemas de gobierno: los policías son más o menos siempre igual de sucios y los chorizos de mala muerte siguen sobreviviendo en las Ramblas y en el Raval, mientras los poderosos (que por algo son poderosos) continúan haciendo su agosto caiga quien caiga. Este es a mi criterio el aspecto más lúcido de esta novela y de su personaje -y por ende también de su autor-: no “compran” el paquete.
Si bien hace uso de los ingredientes típicos de la novela negra (corrupción, poder, asesinatos) para describir una situación social y política, Vázquez Montalbán se separa del estilo seco que caracteriza al género desde su inicio “pulp” en los Estados Unidos. El autor español, que no en vano comenzó escribiendo poesía, es dueño de un estilo único, depuradísimo, que respeta y ama y enaltece a la lengua española. Quien lo dude recuérdelo cuando lea la escena del descubrimiento del cadáver de Jaumá (madrugada helada, orina al costado de la ruta: absolutamente memorable), o aquella exquisita y a la vez triste escena erótica de Pepe y Charo.
Charo, prostituta, novia y amiga de Pepe, junto con el fiel Biscuter son los dos personajes que conectan a Carvalho con el costado de vida que merece la pena ser vivido. Ella es la compañera de la que no está enamorado (ni ella de él), pero que simplemente “está” ahí. El otro, Biscuter, es, además de ayudante multipropósito, el perfecto partenaire gastronómico. Es que la comida es la primera de las dos grandes pasiones de Pepe: la segunda es mirar arder en el hogar los viejos libros de filosofía que ya no necesita.
Por crear el personaje, por su estilo, por la historia y el retrato social, Vázquez Montalbán se mete bien arriba entre los clásicos del género en castellano. Ineludible.
9/10

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