jueves, 17 de febrero de 2011

Nació (hace rato) una leyenda: el Inspector Méndez

Crónica sentimental en rojo, Francisco González Ledesma.

Crónica sentimental en rojo es la primera novela protagonizada por el Inspector Méndez.

Como en casi toda novela, y como en casi toda novela negra, me importa más el personaje que la trama, así que empecemos por lo más fácil: una familia tradicional, una historia de amor y codicia, una herencia cuantiosa, en la que hay varios interesados, todos ellos dispuestos a estirar un poquitín sus límites morales. Un poquitín sería, por ejemplo, hasta el asesinato…

Ahora lo otro, los personajes. Hay algunos muy interesantes (como Blanca Bassegoda, el Richard Arce, Eduardo Contreras), otros un poco menos delineados (Carlos Bey, Dani Ponce), otros sólidos, pero de tramas paralelas, algo desconectadas (Marta Escudé, Domingo Albert, el Amores, la jueza Olvido). Pero todos hacen de satélites para el Verdadero Personaje que construye González Ledesma y que lo acompaña, según dicen, en unas cuantas historias: el Inspector Méndez.

Méndez es policía, viejo, muy viejo diría. Mañoso y procaz, Méndez es amante de una Barcelona en extinción, profundo conocedor de noches, putas y bares. Su sexualidad es indefinida o, mejor dicho, abarcativa: fantasea con mujeres, muchachos, travestis. Come en tugurios platos cuyo olor mataría a cualquier novato de ahora, de esos criados a comida chatarra. Arrastra a los callejones a los soplones, los amenaza, los golpea, vive de ellos. Pero en el fondo uno entiende que les tiene cierto cariño a todos estos habitantes de los bajos fondos: sin ellos, sin las Ramblas, sin la mugre de la ciudad Méndez no sería Méndez. Y está bien que así sea, pues los lectores no podemos hacer más que agradecerle a González Ledesma haber parido a semejante animal literario.

Lejos del filoso y duro lenguaje del policial más clásico, González Ledesma es dueño de una prosa que tanto te arranca una sonrisa con las picardías de Méndez en los arrabales, como también de te deja boquiabierto y emocionado en sus descripciones poéticas, en la tensión dramática que logra en ciertas escenas. Es de esos autores que te obligan a marcar pasajes en el libro, para poder volver a leerlos y disfrutarlos más adelante.

Como sucede también con el otro gran autor catalán Manuel Vázquez Montalbán, en esta novela también están presentes todas las tensiones ideológicas que, imagino, reflorecieron luego de terminada la dictadura franquista. Cada personaje encarna un ideal, una visión de la vida propia de su clase, y lo expone con su lenguaje y sus acciones a través de la trama y subtramas de la novela.

Es una lástima que no lleguen a Buenos Aires más libros de este enorme autor.

10/10

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