lunes, 31 de enero de 2011

Un trago explosivo

Un trago antes de la guerra, Dennis Lehane
Primera novela del autor, Un trago antes de la guerra inaugura la serie que protagonizan los detectives privados Patrick Kenzie y Angie Gennaro.

Patrick y Angie son amigos desde la infancia que han compartido en Dorchester, Boston. Está claro que han tenido “algo” hace tiempo pero, si bien Patrick aún parece enganchado a ese “algo”, hoy son solamente socios de una agencia cuya sede está en el campanario de una iglesia (como queda de entrada claro desde sus nombres irlandés e italiano, P&A son más o menos católicos, y han sido acogidos en el campanario por el cura del lugar, en pago por un trabajo).

Cierto día Pat es contratado por unos políticos para que encuentre a la mujer de la limpieza que ha desaparecido con unos “documentos importantes”. Así arranca la trama que va a destapar asuntos tan sucios que todo el mundo en Boston parece interesado en que queden bien ocultos. Políticos corruptos y pandilleros narcotraficantes se van a ocupar de que Pat y Angie no la pasen nada bien a lo largo de las más de 300 páginas.

Con pasajes de extrema violencia, la novela se ocupa de varias “guerras”: guerra de pandillas, de clase, de razas, de padres e hijos, de niños y adultos, de esposos. Todas dolorosas, todas dramáticas, marcan también los cuerpos y las conciencias de Patrick y Angie, víctimas y victimarios de esta historia dura.
Dueños de un humor que, a fuerza de ser demasiado ingenioso por momentos suena artificial, los personajes de Patrick y Angie, y el de su amigo-pistolero-gun dealer Bubba Rogowski, se hacen querer. Es cierto que son algo proclives a la “corrección política” y a la hipocresía que ella esconde: atrapados en una trama que involucra pandillas y minorías raciales, luchan contra los prejuicios que traen desde la crianza en un barrio de trabajadores blancos y católicos. Algunas veces con demasiada culpa, otras veces cuidando demasiado las formas…

Aún así son personajes interesantes y valiosos por el bagaje emocional en sus historias de vida previas y actuales. Lehane administra con maestría esas historias, que van determinando el accionar de los protagonistas a lo largo de la trama.

Se sabe que esta novela fue un exitosísimo debut para Lehane. Y no soy quién para negarlo: es una novela de ritmo cinematográfico, que se devora con total placer. En ella se vislumbra toda la madurez que Lehane luego ha confirmado en sus novelas posteriores (he leído tres de ellas, y siempre me ha satisfecho), e incluso en sus trabajos como guionista, adaptando sus propias historias a la pantalla grande.

La correcta traducción es de Ramón de España, quien hace uso de modismos a los que no estamos habituados los lectores latinoamericanos, y que traban un poco la lectura (por ejemplo, el repetido uso coloquial de “igual” como “quizás”)

Traducción: Ramón de España
9/10

sábado, 29 de enero de 2011

Berlín + noir = Bernie

Pálido criminal, Philip Kerr
Mucho tiempo después de la fallida Una investigación filosófica, me acerqué nuevamente a Kerr para leer Violetas de marzo, primer episodio de la serie Berlin Noir. Y se puede decir el oficio que despliega Kerr en aquella primera novela de la serie me fue suficiente para querer encarar las siguientes. Por ejemplo Pálido criminal, la segunda de las cinco publicadas en castellano.
El oficio de Kerr y, desde luego y sobre todo, la aparición del entrañable detective privado Bernie Gunther. Ex soldado de la Primera Guerra, con un paso no del todo feliz en las filas de la policía, Bernie ya ha trabajado para el Hotel Adlon y ahora se las gana la vida buscando gente perdida o reuniendo sórdidas pruebas para casos de divorcio.
En Pálido criminal lo encontramos al bueno de Bernie intentando aclarar un caso de chantaje, pura rutina. Es entonces cuando es “invitado amablemente” por las autoridades de la policía nazi, la Kripo, a reintegrarse al cuerpo para ayudarlos a resolver quién está detrás de una serie de horribles asesinatos de chicas adolescentes.
Protegido por su ácido humor y su inamovible desencanto, Bernie se las arregla para sobrevivir moviéndose a través de la jerarquía del Partido, esa tenebrosa, oscura y maligna máquina criminal. En su camino se cruza con personajes de los más variados: fanáticos y agitadores nazis, un psicoanalista a la vez homosexual y adepto al Partido que los persigue con la nefasta “estrella rosa”, prácticantes de ritos paganos de la antigüedad, y hasta se ve la cara con el mismísimo Himmler.
Algo desplazado de los clásicos móviles que hacen del capitalismo occidental el perfecto caldo de cultivo en el que la novela negra pudo crecer (es decir, dinero + sexo = crimen), Kerr construye un personaje memorable, con todas las cualidades del mejor detective negro, pero que se debe enfrentar a fanáticos criminales cuya motivación es “ideológica”. No sólo eso: encima sitúa la trama en la ciudad capital de un país que está por sumergir a Europa en el horror de la guerra. La mención de lugares reales de Berlín, así como las referencias a las intrincadas estructuras de las organizaciones nazis y sus jerarquías, son un importante aporte a la bien lograda verosimilitud.
Traducción: Isabel Merino
8/10

jueves, 20 de enero de 2011

Sobre el Mal

Hijo de la ira , Jim Thompson

Si hay un autor que ha escrito sobre el Mal a través del género del policial negro, ese es Jim Thompson. El Mal así, con mayúsculas, que nos ha mostrado en los personajes de muchas de sus novelas. Como lo fue Nick Corey, el maldito psicópata sheriff de 1280 almas, en Hijo de la ira lo tenemos a Allen Smith.

Allen es un joven adolescente negro, hijo de una madre blanca, abusado sexualmente, perverso y abusador él mismo. Extremadamente inteligente y lleno de odio hacia el mundo, vive con la único objetivo de dañar a los demás y a sí mismo. Humilla a sus compañeros de escuela, en especial a las chicas, con quienes le es imposible relacionarse. En fin, no se lo puede ver de otra forma: Allen es la propia encarnación del Mal. Tanto que, en alguno de sus monólogos, aún cuando dice creerse Dios, se hace llamar Legión.

Corrían los primeros años 70 cuando se publicó esta novela. Se resalta en la contratapa que Thompson lo escribió hacia el final de su carrera, ya bastante deteriorada su salud por el alcohol y las drogas. Como si esa circunstancia por sí sola explicara la sordidez y la oscuridad de esta historia. Sin embargo, no es más que la amarga y desencantada visión del mundo que Thompson ha plasmado en toda su obra, sólo que concentrada al extremo, en su máxima pureza.

Desde luego, esta no es ni por lejos una novela negra de género. Casi uno diría que no es ni siquiera una novela realista, en el sentido de que esté construida alrededor de una trama verosímil. Todo lo contrario: parecería que el autor desafiara la tolerancia del lector creando las situaciones más aberrantes y repulsivas, que incluyen incesto, racismo y asesinato, con el objeto de provocar mediante el asco una reflexión acerca del rumbo que van tomando las cosas desde el siglo XX a esta parte.

Una novela “rara” de Thompson. Merece ser leída por lo que este autor significa para los amantes del género negro, aunque no la recomendaría como “entrada” al universo thompsoniano.

Traducción: Teresa Montaner Soro

8/10