lunes, 5 de marzo de 2012

En la ciudad de la rabia

Prótesis, Andreu Martín


Miguel despierta en una sórdida pensión zaragozana. Como todas las mañanas, mira su sonrisa de calavera. La mira, la limpia, la cuida. Sumergida en un vaso de cristal con agua, recuerda que le costó una pequeña fortuna. Después se mira en el espejo —los labios hundidos, deformes sobre el vacío— mientras se instala ese artefacto en la cara. Muerde varias veces y, ahora sí, casi sonríe. Es el día en el que comenzará a cambiar su vida. El Marujo ha llamado para decirle lo que viene esperando oir hace rato: que el Gallego está en Barcelona.

De esta forma comienza la terrible historia de venganza que es Prótesis. Miguel, el Migue, lleva años viviendo con un solo propósito: volver a encontrar al Gallego, aquel policía asesino que le destrozó la boca a culatazos. Fue la misma noche en que murió el Cachas, y en la que todos terminaron presos. Miguel aún recuerda cómo los gritos del policía —“¡Cállate, cállate!”— retumbaban por los pasillos de Vía Layetana. Los gritos y los golpes que le volaban los dientes para evitar que el Migue hable. Para que no diga que al Gallego, a ese policía violento y temido, el Migue ya lo conocía de antes. De otra parte, de otras noches…

Llega entonces el Migue a Barcelona. Han pasado los años, y se reencuentra con sus viejos compañeros de banda (el Marujo, el Chava). Y también con la Nena. Ella ahora baila en el Palmer, y sigue siendo tan hermosa como cuando era de verdad una nena, y entre todos la iniciaban en aquellas calles sucias. El Migue quisiera volver a amarla, pero ya no puede. Ya no le da: el único deseo que no le es ajeno es el deseo de venganza.

La historia se complica con la posibilidad de un golpe millonario, que se superpone al plan original de Miguel, que ahora se hace llamar “el Dientes”. Aparecen otros personajes, y también aparece la policía. Pero todo el devenir de esta banda, y todo el interés del lector, está centrado en el encuentro de Miguel y el Gallego. Los dos se buscan, mordidos por este deseo de muerte que parece haber venido a ultimar sus vidas tristes. Y se van a encontrar en una escena ultra violenta y que roza lo gore, antológica, que cierra la historia y que quedará en la memoria del lector por un tiempo largo.

A esta altura decir que Andreu Martín es un autor clásico de la novela negra en español es una obviedad. Todas las novelas suyas que yo he leído son puntos altos de la narrativa negrocriminal en español. Y Prótesis viene a situarse entre las mejores (en mis preferencias, junto con la enorme Barcelona connection).

La literatura negra de Martín parece inseparable de la ciudad que lo vio nacer. Me cuesta imaginarlo narrando historias que transcurran en otro lugar. Tal vez las haya, no lo sé. Lo que sé es que todas las grandes ciudades tienen mil caras. Suelo pensar que según a quién lea, es la cara por la que me acerco a ellas. Y Barcelona no es la excepción: son las mismas pero distintas las Barcelonas de Vázquez Montalbán, la de González Ledesma, la de Giménez Bartlett. Y todas muy diferentes de la que pinta Andreu Martín: él es el guardián que cuida y abre la Puerta de la Rabia, franqueando el paso a la zona más sucia, violenta y afiebrada de una Ciudad Condal enloquecida y doliente. Una puerta que, hoy por hoy, treinta y tantos años más tarde, sigo atravesando con cada uno de sus libros (o los de Zanón, o de la Fallarás, dos de sus dignos herederos…)

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2 comentarios:

  1. Qué novela, qué escritor.
    Si Vázquez Montalbán es nuestro Chandler, acá está Thompson. O Goodis.
    Abrazo

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  2. Gracias por la visita, Kike.
    Este Andreu es un monstruo. De lo más crudo que ha salido de España (al menos de lo que pasó por mis manos).
    Abrazo,
    A

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