miércoles, 28 de marzo de 2012

Una marea triste


El milagro llamado Marta Nóvoa, o Cady cuando ella quiere, sucede en ese Oregón que se detiene los domingos a contemplar la vida desde una ventana donde se oye un partido de fútbol, y donde una mujer no sabe si pedir ayuda o seguir tendiendo la ropa. La frágil inocencia de Marta Nóvoa se está retirando de la vida como una marea triste que desciende con la palabra infancia y regresa con la palabra sexo. Hay ojos que contemplan ese tránsito fabuloso detrás de las puertas, ojos que adivinan los culpables de su infancia en los parques, oídos que sienten el rumor funerario del tiempo en ese cambio que les enfrenta a la negra espiral de la muerte. Ocurre, en definitiva, que el fulgor adolescente de Marta Nóvoa provoca que muchos hombres de Oregón sientan que la mejor fotografía de sus vidas es una nota necrológica.

(Diego Ameixeiras, Dime algo sucio, Cangas do Morrazo, Pulp Books, 2011, pg 140)

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