miércoles, 26 de diciembre de 2012

Cops in action


Cuervos de Hollywood, Joseph Wambaugh

En la televisión argentina existe un programa en el que las cámaras acompañan a los policías en sus procedimientos diarios por los suburbios. Se llama “Policías en acción”. Con sus frecuentes momentos cómicos, remates de disparatadas intervenciones domésticas (borrachos, vecinos enfrentados, accidentes), y sus dosificados momentos de “acción” (persecusión de rateros por los techos, allanamientos), resulta un producto muy interesante. Desde luego, en la medida en que uno no olvide que sólo verá lo que quieran (los del canal, la propia policía) mostrarle: una estudiada proporción de realidad y ficción. Salvando las distancias escenográficas, Cuervos de Hollywood, esta entretenida novela de Joseph Wambaugh, me recordó muchas veces a ese programa.

Aquí los protagonistas de la historia son los policías de la comisaría de Hollywood (la Hollywood Station, nombre justamente de la anterior novela de Wambaugh). En especial los Oficiales de Relaciones con la Comunidad, de cuya sigla en inglés (CRO) se llega al apodo por el que se los conoce: “cuervo” ( “crow”). Estos policías andan de civil por ahí, y su función es un poco de policía, y otro poco de “relaciones públicas”. No hay que olvidar que estamos en el LAPD “post Rodney King”, aquel negro cuyo apaleamiento en una autopista provocó las revueltas de 1992. La policía tiene una nueva imagen, una cúpula burocrática y muchos protocolos que respetar.

En ese escenario, y en las calles que siguen tan desquiciadas como siempre, con ese plus de locura que implica Hollywood, se mueven estos policías. A veces persiguiendo rateros o pequeños traficantes, a veces involucrándose en asuntos domésticos. Que, como se sabe, no siempre resultan los más fáciles, ni los más cómodos. Por el contrario, suelen ser bastante sórdidos. Como el divorcio en el que Alí Aziz y su esposa Margot se disputan la tenencia de su hijo Nicky.

Alí Aziz es árabe y propietario de un par de clubs de strip tease. Margot solía bailar sobre la barra. Ambos están ahora dispuestos a ir hasta el final. Alí, urdiendo un complejo plan con la ayuda de Leonard, un yonqui ladrón; y Margot, quien sospecha de las intenciones de su exmarido, seduciendo a un par de policías para “usarlos” de escudo protector. Desde luego, esos policías son integrantes de la comisaría de Hollywood. Y terminan metidos hasta el cuello en problemas.

Con muy buenos diálogos, de un humor por momentos desopilante, Joseph Wambaugh —que fue sargento del LAPD antes de dedicarse de lleno a escribir novelas policiales— nos lleva a recorrer el día a día de este curioso equipo de policías. Varios de ellos son nuevos —como los policías surfistas Flotsam y Jetsam— y otros conocidos de la anterior novela —como el actor frustrado “Hollywood Nate” Weiss, o el entrañable Oráculo, al que todos en la comisaría recuerdan con afecto. Justamente, es en la construcción de estos personajes donde se hace patente el gran oficio de Wambaugh. Porque todos tienen su personalidad, su propia “voz”.  Según dicen los que saben, esto que suena muy sencillo —“darle vida” a un personaje—, es algo bastante más difícil de hacer que de decir.

Joseph Wambaugh —no en vano admirado por el mismo James Ellroy— lo hace muy bien. Y entrega más de 400 páginas de puro entretenimiento hollywoodense.

Traducción: Gonzalo Torné

11/12

PS: datazo “Lita de Lazzari” para cazadores porteños: varias novelas de Wambaugh fueron vistas a buen precio en la última “Noche de las Librerías”, ahí por Corrientes al 1300…

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