viernes, 13 de septiembre de 2013

La Asociación de Recreo y Diversión


El 15 de agosto del año pasado, minutos después de que el Emperador se rindiera, el Consejo de la Policía Metropolitana convocó a los presidentes de los siete principales gremios del mundo del ocio de Tokio. Entre ellos estaban los jefes de las asociaciones de restaurantes, cabarets, geishas y burdeles. El jefe del Consejo de la Policía Metropolitana tenía miedo de que los Vencedores llegaran pronto a Japón y se pusieran a violar a nuestras esposas e hijas, a nuestras madres y hermanas. El jefe quería algo que hiciera de «amortiguador», de manera que les presentó una propuesta. Les sugirió que los jefes de las asociaciones de restaurantes, cabarets, geishas y burdeles formaran una sola asociación central que satisficiera todas las necesidades de los Vencedores y les proporcionara distracción. Y les prometió que a esta nueva asociación no le faltarían fondos.
Así nació la Asociación de Recreo y Diversión.
A los nuevos empleados se los encontraba o se los compraba entre las ruinas de las ciudades y en el campo. Se reabrieron o se crearon salones de baile y casas de ocio de la noche a la mañana, y la más grande y famosa de todas fue el International Palace, una antigua fábrica de municiones situada más allá de los confines orientales de Tokio. Cinco de las residencias de sus empleadas se convirtieron en burdeles. Una parte de la antigua dirección se quedó para administrar el nuevo negocio, y algunas de las chicas más guapas se quedaron para servir a los nuevos clientes, los Vencedores.
Porque en el Palace solo se admitía a los Vencedores.
Solo a los Vencedores se les permitía ir a soltar sus bombas.
Pero el trabajo era duro, y el volumen de trabajo enorme.
La mayoría de las primeras chicas acabaron en el hospital.
Muchas de las demás se suicidaron.
Mejor muertas…
La segunda remesa de chicas eran geishas, prostitutas y camareras, adúlteras frecuentes y pervertidas sexuales, chicas hechas de una pasta más dura, demasiado dura para algunos, porque esa primavera el International Palace fue declarado zona prohibida.
Supuestamente.
       
(David Peace, Tokio año cero, Barcelona, Mondadori, 2013)


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